miércoles, 13 de julio de 2011

España en la cuerda floja

Tras observar cómo se comportaban los mercados con los primeros rescates europeos de Grecia e Irlanda, las expectativas de España eran preocupantes. España ha intentado remediar los puntos débiles de su economía, los cuales estaban en el punto de mira y mermaban su credibilidad.
Para ello, aunque tarde, ha llevado reformas que le han permitido mitigar poco a poco su situación decadente de riesgo-país. Tales reformas, han sido anunciadas tras recomendaciones de los principales líderes europeos, del FMI o del BM, más que por iniciativa propia del Gobierno actual.
El ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero no ha querido pillarse los dedos con medidas impopulares, que inevitablemente tienen que tomarse ante una situación de crisis profunda. Es la razón por la que se ha esperado a que las pautas fueran exigidas por organismos de peso internacional.
Con las especulaciones sobre un posible rescate de Portugal, los pilares económicos de España temblaban, ¿sería el próximo? Cuando por fin Portugal solicitó su intervención, por considerar su deuda insostenible, observar qué pasaría con la prima de riesgo era todo un espectáculo. Por suerte para los españoles la evolución de los diferenciales de tipos de la deuda española respecto a la alemana no siguió el mismo comportamiento de anteriores intervenciones. Digo por suerte para los españoles, porque supongo que el Gobierno se habrá dado cuenta de que nos hemos quedado a un solo paso del abismo, por una cuestión de toma de decisiones a destiempo.
Ahora bien, si el tiempo que transcurre entre el anuncio de las reformas y su ejecución es muy elevado ¿no es arriesgado?
La reforma sobre el sistema financiero, aunque avanzada, aún está en proceso; la reforma de la seguridad social preocupa de manera colectiva, lo que se traslada a los mercados financieros; la reforma laboral en general, que se hace obvia con las cifras de paro existentes; y no se ha dado una solución contundente a la deuda de las autonomías.
¿Pueden ser motivos para acercarnos de nuevo al precipicio? Los mercados esperaban respuestas (las reformas) y ahora, tras un tiempo prudencial, esperan resultados.
Estas líneas se están viendo reflejadas en Italia, donde el retraso en la ejecución de las medidas tomadas no ha sentado bien, lo cual ha disparado todos los indicadores, afectando al resto de países periféricos, entre ellos España. De nuevo se corrobora que seguimos en una línea crítica, de la que sólo podemos salir si se actúa a tiempo. La confianza que España reclama, requiere un compromiso por su parte.

Mercedes Estrada Santiago
Licenciada en Economía y MBA por AEDE Business School

domingo, 16 de enero de 2011

Productividad española, un problema estructural

En los últimos meses resulta muy recurrente hablar de la productividad laboral de los funcionarios como solución a la crisis. Cierto es que la sociedad española se encuentra en la cola de productividad europea y mundial, sin embargo ¿por qué no se habla de tal productividad en la empresa privada? En este ámbito resulta más sencillo identificar a los recursos humanos más improductivos, siempre habrá alguien por encima que atisbe actividades y empleados cuyo rendimiento sea mejorable.

Esta es la gran diferencia entre lo público y lo privado. La empresa privada tienen la capacidad de despedir y mejorar su equipo productivo, pero ¿es esto suficiente? El diferencial de productividad entre España y otros países europeos es mucho mayor en la empresa privada que el diferencial de productividad de los mismo en el sector público.

En ningún caso reniego de una valoración de los funcionarios en base a su productividad, ya que además de justo sería productivo, valga la redundancia, para una sociedad mermada por el mercado laboral. No obstante, preciso que tal ataque es excluyente con el resto del colectivo laboral.

Como forma de atenuar el déficit fiscal, resulta muy óptimo apuntar con el dedo a los funcionarios para disminuir una de las partidas de gasto más voluminosas, sin embargo no podemos cambiar estructuralmente un país, al que todas las organizaciones mundiales vigilan, tomando únicamente medidas que resuelvan los problemas actuales y urgentes.

Este es el reto de España, que no va en la dirección correcta de solucionar. La productividad mencionada, el bajo nivel educativo según la OCDE o el paro históricamente estructural son sólo algunos de los problemas que los gobiernos están intentado paliar con medidas de tres al cuarto que nos permitan asomar la cabeza entre los grandes.

El problema viene y volverá a venir cuando todos tengan problemas, nuestras debilidades de nuevo surgirán, la incertidumbre del mercado nos desestabilizará y otra vez tendremos que tapar agujeros por no haber tomado medidas estructurales, que aunque menos urgente de importancia severa, que de haberlas llevado a cabo habrían mejorado la percepción que los mercados tienen de España y así evolucionar hacia una economía consolidada.

Artículo publicado por el Semana de La Mancha, 14/01/2011

jueves, 6 de enero de 2011

Jovenes desmotivados, pero preparados.

Estudiar una carrera es lo mejor que nos han recomendado desde pequeños para forjarnos un buen futuro, por supuesto complementado con idiomas, otros cursos y algún que otro máster al cual la sociedad nos ha sometido.

Hace algunos años, aquel que estudiaba un máster perseguía el objetivo de especializarse, ahora por el contrario no hacerlo supone quedarse obsoleto ¿Tendremos que inventar un segundo postgrado para aquellos que no se conformen con ser uno más? Quizá más competencias no vengan por ese camino. La tan acusada productividad que le fata al tejido empresarial español empieza por los propios trabajadores, autónomos o ajenos, empieza por las personas.

Estamos hartos de oír que hay que inyectar al motor de crecimiento un combustible denominado I+D. Las economías demandan capitales, públicos y privados, dispuestos a invertir en investigación, una investigación de la cual un porcentaje se convertirá en desarrollo y posteriormente en rentabilidad. Con la Globalización, la I+D se ha ido generalizando primero a las grandes multinacionales y después a las pequeñas y medianas empresas, que de manera creciente han aplicado este concepto como estratégico para no quedarse atrás. Si las pequeñas empresas han entendido que tienen que imitar las innovaciones de las grandes, incorporando en sus productos y procesos I+D para no desaparecer del mercado -lo que denomina J. Schumpeter proceso de destrucción creativa- ¿Por qué no preocuparnos las personas en individual, en nuestro caso los jóvenes, de incorporar la innovación?

Nuestra realidad no es otra en la que nos sentimos preparados, hemos invertido en nuestros estudios, nuestros padres han invertido en nosotros y en muchos casos el Estado. Estos prestatarios, como buenos capitalistas, esperan una recompensa, no tanto una rentabilidad monetaria, como ser capaces de aportar algo nuevo en nuestra materia o en otras. Nos han "regalado" el capital, a todo aquel que ha querido aprovecharlo, ahora es labor nuestra hacer I+D con los conocimientos adquiridos. Ahí empieza la carrera en solitario hacia la productividad y la excelencia.