Tras observar cómo se comportaban los mercados con los primeros rescates europeos de Grecia e Irlanda, las expectativas de España eran preocupantes. España ha intentado remediar los puntos débiles de su economía, los cuales estaban en el punto de mira y mermaban su credibilidad.
Para ello, aunque tarde, ha llevado reformas que le han permitido mitigar poco a poco su situación decadente de riesgo-país. Tales reformas, han sido anunciadas tras recomendaciones de los principales líderes europeos, del FMI o del BM, más que por iniciativa propia del Gobierno actual.
El ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero no ha querido pillarse los dedos con medidas impopulares, que inevitablemente tienen que tomarse ante una situación de crisis profunda. Es la razón por la que se ha esperado a que las pautas fueran exigidas por organismos de peso internacional.
Con las especulaciones sobre un posible rescate de Portugal, los pilares económicos de España temblaban, ¿sería el próximo? Cuando por fin Portugal solicitó su intervención, por considerar su deuda insostenible, observar qué pasaría con la prima de riesgo era todo un espectáculo. Por suerte para los españoles la evolución de los diferenciales de tipos de la deuda española respecto a la alemana no siguió el mismo comportamiento de anteriores intervenciones. Digo por suerte para los españoles, porque supongo que el Gobierno se habrá dado cuenta de que nos hemos quedado a un solo paso del abismo, por una cuestión de toma de decisiones a destiempo.
Ahora bien, si el tiempo que transcurre entre el anuncio de las reformas y su ejecución es muy elevado ¿no es arriesgado?
La reforma sobre el sistema financiero, aunque avanzada, aún está en proceso; la reforma de la seguridad social preocupa de manera colectiva, lo que se traslada a los mercados financieros; la reforma laboral en general, que se hace obvia con las cifras de paro existentes; y no se ha dado una solución contundente a la deuda de las autonomías.
¿Pueden ser motivos para acercarnos de nuevo al precipicio? Los mercados esperaban respuestas (las reformas) y ahora, tras un tiempo prudencial, esperan resultados.
Estas líneas se están viendo reflejadas en Italia, donde el retraso en la ejecución de las medidas tomadas no ha sentado bien, lo cual ha disparado todos los indicadores, afectando al resto de países periféricos, entre ellos España. De nuevo se corrobora que seguimos en una línea crítica, de la que sólo podemos salir si se actúa a tiempo. La confianza que España reclama, requiere un compromiso por su parte.
Mercedes Estrada Santiago
Licenciada en Economía y MBA por AEDE Business School